GÓMEZ GIRALDO Luis Jair
Resumen:
En el siglo XIX se producen varios acontecimientos, que hablan ya, no de un mundo estático, sino de un mundo en evolución, tanto en lo físico como en lo vivo. J. B. Lamarck enuncia por primera vez el concepto de evolución biológica, con el cual se deja atrás el fijismo tradicional de Aristóteles, Linneo y Cuvier. Ese concepto es reformulado por C. Darwin que lleva a que E. Haeckel formule una relación estrecha entre el ser vivo y su entorno como base del proceso bioevolutivo y funda así la Ecología. Aparece por el mismo tiempo G. Mendel, que descubre la genética y ubica en los genes la posibilidad de la evolución, sustituyendo así, en gran medida el efecto directo del entorno, propio de la concepción darwiniana. Se fundan así dos escuelas evolutivas en la biología: la darwiniana-wallaciana, y la mendeliana-weissmanianna. Con estas dos corrientes opuestas radicalmente al fijismo de Cuvier, con gran influencia religiosa, avanza la biología hasta el siglo XX, cuando se dan grandes avances en la posición reduccionista y analítica de Mendel y Weissmann, con los trabajos de T. H. Morgan, hasta avanzar hasta el descubrimiento de la estructura del ADN, en 1953 por T. D. Watson y F. Crick.
Pero a principios del siglo XX, H. Bergson, retoma a Darwin y lo incorpora a la concepción sistémica que ya estaba surgiendo y lo separa claramente de la analítica cartesiana. Fue, precisamente C. H. Waddington, quien en Villa Serbelloni, dirigió los simposios que llevaron definitivamente a la Biología a la sistémica, donde se establece: 1. Que el organismo vivo es un «sistema abierto»; 2. La epigénesis es la condición que permite el desarrollo del ser vivo desde el proceso embrionario; y 3. Otorga al proceso epigenético la característica de ser intrínsecamente oscilatorio, a partir de un atractor que mantiene la dinámica intrínseca del desarrollo del ser vivo.
Publicado:
Revista Academia Colombiana de Ciencias Veterinarias Volumen 8 No 1